Techno, Drogas y Capital Gay

¿Algo característico de Berlín, preguntas? Vuelve a leer el título…

Aquí puedes ser lo que quieras. ¿Por qué? Porque a nadie le importa. Puedes salir a la calle vestido como Napoleón que nadie se inmutará. Es que aquí la palabra libertad brilla por cualquier ángulo que la veas. ¿Suena excitante? Sí, supongo… a menos que no te identifiques con ninguna de esas tres actividades. Que tampoco son las únicas pero curiosamente las que más resaltan la fama de esta ciudad.

Antes de proseguir, quisiera dejar claro que todo lo que escribo es desde un punto de vista personal, no general. ¿Continuamos?

Cada persona con su gusto y preferencia‘. ¡Absolutamente de acuerdo! ‘Si no jodes a nadie, que nadie te joda‘. ¡Amén a eso también!

La música tiene un poder impresionante, tanto para levantarte el ánimo como para enterrarlo a tres metros bajo tierra, valga la redundancia. ¡Amo la música! Creo que podría renunciar a todo excepto a ella y a sus más variadas exposiciones, excepto por el techno (y derivados) y – en mi opinión uno de los peores si no el peor invento en este campo – el reggaeton: mil años de maldición a su creador.

¿Quieres vaciar una ciudad sobre-poblada? Hazla capital reggaetonera y verás lo rápido que lo consigues. ¿Quieres ganar una guerra? Toca reggaeton en el campo de batalla. ¿Quieres deshonrar y hacer sufrir a tu familia? Baila reggaeton frente a ellos. Bueno, creo que ha quedado claro. Aprovecho para disculparme por si ofendí a alguien, fan (o víctima) de este arte que nos… ¡No, hombre! No, no, no… Es que no me sale sincero. ¡Mejor olvídenlo! Retiro lo dicho.

Volviendo al techno, no quiero sonar como abuelo pero, ¿es que la música no era más interesante antes? La mayoría de lo que se escucha hoy no se ‘baila’, se brinca. ¿Dónde quedó la elegancia y tradición de un baile de antaño? ¿Es solo idea mía o es que mientras más ‘avanza’ la música más gracia perdemos? ¿Cuántas damas y caballeros conoces? Sí, sí, ya lo sé que los tiempos cambian pero no por ello deberíamos descuidar los valores ¿o sí? No hablo de moral, hablo de valores. En fin, una vez más, cada uno con su rollo. Pero en resumen ¡qué feo es el techno!

Por otro lado, aquí hay de todo. No hablo únicamente de nacionalidades sino de drogas. No marihuana o similares sino las cosas más pesadas. ‘En la vida hay que probar de todo‘… ehhh, hmmm… No estoy de acuerdo. Que cada uno haga lo que le dé la gana de hacer pero no por ello dejaré de mantener que esos ‘suplementos recreativos’ me dan asco.

Aquí he conocido a muchas personas a quienes me hubiese gustado mantener en mi círculo cercano pero por el tema ése se me bloquea todo. No me abro. Me cuesta hasta en grado de conocido/a. Eso no va conmigo y no empezaré a experimentar a mi edad. Yo me pregunto siempre: «¿Es que la gente no está al tanto de la cantidad de personas que mueren y joden su vida para que ellos puedan ‘pasárselo bien’?» En serio ¡qué mal estamos! Esto me recuerda que, cuando recién llegué no habían tantos despachadores o camellos en los parques. O al menos no era tan en extremo evidente. Y bueno, supongo que si no consumo no me debería importar, ¿no? Pues todo lo contrario. Justamente porque no consumo me importa más. No tengo hijos pero si tuviese, ¡cuánto me jodería verlos jugar en parques rodeados de droga!

«Berlín es pobre pero sexy.» Klaus Wowereit – ex alcalde de Berlín.

Por último, la capital gay de Europa. ¿Qué puedo decir? Bien por ellos. No es requisito para vivir aquí ni te sentirás parte minoritaria por no ser gay – parece broma pero mucha gente me ha preguntado eso con genuina preocupación. Es entonces cuando te tomas unos segundos para contestar porque en tu mente hay solo dos respuestas posibles: explicarlo pacientemente apenas salgas del asombro ante semejante estupidez; o la mirada de ‘¡pero qué tarado!’… que se explica sola.

Si hay algo de lo que estoy seguro es que mientras más rápido aprendamos a aceptar que todos somos diferentes, más dignos seremos de habitar el mismo mundo. Una vez más, no porque no esté en el mundo gay no debería darle importancia. Después de todo, si hay algo evidente es que es justamente amor lo que más falta por dar y recibir en tanta parte del planeta ¿por qué no me habría de alegrar de que sea entre él y ella, ella y ella o él y él?

Finalmente, aquí hay mucho más – como referente – que el techno, las drogas y ser capital gay pero, insisto, me llama la atención de que sean justamente esas tres con las que más se identifica a la capital alemana. Por algo será. Sea como sea, creo que Berlín es una de las ciudades a las que mejor le sienta la frase «Vive y deja vivir.» …y por algo será.

Y tú, ¿qué opinas?

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¡Me cansé!

Sí, ya me cansé de preguntarme todo el tiempo: ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Por qué? En fin, todas las interrogantes que sugieren que esta ciudad, de mí, no se quiere dejar querer. Pero, a ver, llevo doce años aquí y aquí sigo. Llegué con un propósito – esas cosas de la vida – y bueno, al final las cosas no se dieron como esperaba pero, en lugar de mandarme a cambiar, decidí quedarme y probar suerte. Serían un par de años y a ver cómo va… Un par de años, pensé.

¿Suena a queja? Para nada… Bueno, algo de eso tiene pero ante todo busco entenderme en esta ciudad y, especialmente, busco felicidad, no conformidad. Vengo de una cultura muy distinta, no obstante aquello, nunca he tenido problemas – he vivido en cuatro países – para adaptarme a un nuevo medio y cultura, al contrario, lo encuentro muy interesante. ¿Por qué busco entenderme? Porque hay algo que no cuadra. Explico un poco mejor: hablo la lengua, tengo trabajo y tengo salud. ¿Cuántos recién llegados no quisieran estar en esa posición? Sí, ya lo sé. Estoy más que consciente de ello pero no olvidemos que también fui ‘recién llegado’ en su momento y también las pasé ‘putas’.  ¿Qué tan putas, Sergio? Con trabajos de m i e r d a – uno tras otro; con preocupación de no saber si llegaré a fin de mes; sin compañía en flacos momentos de salud – que te pega fuerte, especialmente si tu familia completa está en otro continente; engañado y víctima de empresas fraudulentas; y, tal vez lo que más me ha dolido, haber perdido t o d o por lo que trabajé por un par de miserables que entran a robar en mi departamento. Dicho sea de paso, incluso habiendo reconocido el delito en el juicio, ‘libres con advertencia’, ¿y yo? Bien, gracias. Perdí todo. A recomenzar de cero ¡otra vez!

Pero no todo es negativo, claro que no. En esta ciudad agradezco la sensación de seguridad que sientes cuando estás en la calle – ¡vaya ironía!; la burocracia – apreciada solo por su madre – funciona; el sistema social y de salud, funcionan; la libertad de ser, literalmente, de ser lo que te dé la gana aquí es incomparable con muchas otras grandes y medianas ciudades; las áreas verdes y las facilidades para ciclistas; la variedad y confluencia cultural; y ¡cómo olvidar el bajo – bueno hoy por hoy mediano – coste de vida! Y muchas cosas más que se me escapan pero las sé yo y seguramente las sabes tú.

Recuerdo que, conversando con varias personas en mi misma posición, me decían «Pero tal vez lo tuyo sea un problema de perspectiva y predisposición.» Me pareció un buen argumento lógico. Me he pasado años quejándome, de vez en cuando, y concentrado más en lo negativo antes que apreciando lo positivo. «Hmmm… Puede ser cierto.» pensé. Fue entonces cuando decidí empezar este proyecto. ¡Es que quiero volver a abrir los ojos! Conocer gente y lugares nuevos. He caminado por muchas calles de Berlín pero por muchas otras aún no. ¡Quiero hacerlo! Pero ¿cuál es entonces el problema, Sergio? Que cuando salgo a la calle, mi GPS anatómico me lleva a los mismos rumbos de siempre. Por ende, el problema soy yo. ¡Pues sacúdete y ya! No es tan fácil. Veamos, cada uno viene con sus defectos de fábrica, ¿cierto? Pues uno de los míos es que el chip que se ocupa de la interacción social… no está. No vino. A ver, que se vendía por separado. Me tomó años darme cuenta de ello, sobretodo el reconocerlo y aceptarlo. Pero aquí estoy, buscando re-descubrir a Berlín y, especialmente, a sus protagonistas: a los viejos y a los nuevos.

Por ende, si de alguna manera capté tu interés, tienes preguntas y/o quisieras compartir algo de tu experiencia en la capital teutona, estaré más que gustoso de invitarte un café, té o, siendo más realista, una birra.

Mit freundlichen saludos,

Sergio